El problema no son las historias de amor, de casi amor o de 'pensé que era amor', sino que a mí me gusta contarlas y eso es lo que las mantiene vívidas y fuertes. Siempre están presentes por ese motivo, cada vez que las cuento algún recuerdo se apodera de mi parte tierna y melancólica.
Sin importar el final, nunca podría contarlas desanimada o con enojo. Cada una se alimentó de algo distinto y ni hablar de cuando se alimentaron entre ellas.
Repito, no miro el final o la calidad de las personas, sino lo que despertaron en mí, lo que pude conocer y aprender.
Lo que hoy soy, estoy segura de que en algo tuvieron que ver.
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